Desde hace varias décadas — y desde antes en
las escuelas iniciáticas— el mundo de la psicología inició el proceso de
estudio y revaloración de los cuentos tradicionales, incidiendo en su valor
terapéutico y espiritual.
Bruno Bettelheim, el psicoanalista, se colocó
al frente de tal rescate a través de su obra Psicoanálisis de los cuentos de hadas en el cual comenta que aquellos relatos tan vituperados por décadas
ayudan sicológicamente a los niños al proporcionarles "criterios de
valor", con un lenguaje alegórico y mágico, que no es otro que el de la
propia infancia, considerando estos textos como arquetipos de la esencia
humana, que penetran fácil y adecuadamente en la psiquis infantil alimentándola
con algo que un contexto escolar no podría darles. Bettelheim afirma que
mediante los cuentos de hadas el niño va conociendo
con
alegorías y símbolos el mundo, y con él la dulce y cruda realidad de la vida.
Ahora bien, tales relatos no son exclusivos del
ámbito europeo, sino que los encontramos desde el mundo semítico1 en Egipto, en la India, en el Extremo Oriente,
y en la América Precolombina. Además, muchos de los relatos que consideramos de
tradición europea provienen del Oriente2, ya que siempre ha sido un fenómeno comprobable la existencia de
vínculos estrechos entre ambas regiones. El "paralelismo
simbólico" nos permite, además, descubrir cómo iguales estructuras que
surgen en los mitos y leyendas de los cuatro confines y de todas las épocas se relacionan y asimilan.
El tema es vasto por ello lo circunscribiremos
a una saga ejemplar: los cuentos que los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm
recopilaron en la primera mitad del siglo XIX en apartadas zonas rurales de
Alemania.
Uno de los hermanos Grimm declaró en su momento:
"Nuestro primer cuidado ha sido el ser
fieles a la verdad. Nos hemos esforzado en penetrar dentro de los salvajes
bosques de nuestros antepasados, escuchando su noble lenguaje, observando sus
puras costumbres, reconociendo su antigua libertad y sincera fe".Y esto no fue solamente una
declaración de principios, pues ha quedado testimonio del respeto con que
transcribieron los relatos orales que iban encontrando en su recorrido por Europa, entrevistando a
sus lugareños, estudiando su lengua, sus valores ancestrales provenientes de su antiguo folclore. |
El filósofo y esoterísta Rudolf Steiner en su libro “La interpretación de los cuentos de hadas”, enfatizó sobre su simbolismo lo siguiente: |
"Cuando recogemos cuentos de hadas, tal como son relatados por los antiguos, poseemos, ciertamente, los restos de un antiguo cuadro visto astralmente, pero ciertos detalles pueden haber sido alterados mientras tanto. (…) En una verdadera explicación del cuento de hadas debe reconocerse siempre que debemos retroceder hasta el arquetipo, e identificarlo.” Y más adelante prosigue, de este modo sugestivo: "En los tiempos remotos de la antigüedad los hombres tenían experiencias trascendentales. Un hombre las contaba a otro, el otro las recogía a su vez y así era llevado el cuento de lugar en lugar". |
Un problema común con el que se encuentra el estudioso de estos
materiales tiene que ver con las erróneas e inexactas traducciones. Las
adaptaciones que se realizaron posteriormente estuvieron dirigidas a un
“público infantil” pero también a un “público masivo” pero conservando su
esencia, para lo cual decidieron eliminar gran parte por un parte de las
crueldades y por otro las enseñanzas ocultas que contienen los textos originales.
Existe una traducción inglesa de La Cenicienta,
en la cual se prescindió de una parte del final del relato, en la cual se
menciona el terrible castigo sufrido por las dos hermanastras en manos de dos
palomas mensajeras enviadas en venganza por el príncipe al descubrir su plan
siniestro contra Cenicienta. Este fragmento decisivo, simboliza las leyes
cósmicas de Retribución y Castigo, eso que los hindúes llaman Karma.
Los procesos de adaptación de los cuentos
tradicionales de los hermanos Grimm se inicia en el siglo XVIII y a ello se
suma el toque de Disney.
Como veremos en la mayoría de estos relatos hay
elementos que se repiten, la presencia del príncipe y la princesa; uno de ellos
o ambos han sido encantados y el amor los libera, se terminan casando,
representando la unión del alma humana y el espíritu presente en todas las
antiguas enseñanzas.
Estos relatos inician con la expresión "Erase
una vez..." lo que hace referencia a que se trata de algo que
puede volver a suceder una y otra vez, en diferentes contextos, el cual se
vincula a la “Ley de Recurrencia” y también a la ley cósmica del “Eterno
Retorno”, para culminar con una frase sugestiva pero esperanzadora: "y
si no han muerto desde entonces, ellos están todavía vivos", lo
que implicaría que por ese sublime acontecimiento,
todavía hay mucho por aprender.
Por otro lado, la interpretación de diversos
elementos recurrentes en muchos de los cuentos tradicionales es evidente.
Tenemos al viejo rey que muchas veces aparece, simbolizando tal vez la Eterna
Conciencia. El número siete: los siete enanos
de
Blancanieves, los siete cabritos con el lobo.
Recordemos que entre los antiguos egipcios y los griegos, el número siete fue
altamente significativo.
Ahora dejando los ejemplos, vayamos a los cuentos originales en sí:
En La
Bella durmiente, empieza con el sueño en que caen todos los habitantes del
reino, que desde el simbolismo representa el “sueño-vigilia” que se haya la
condición actual del ser
humano, esa alternancia entre los estados de “estar despierto” –vigilia- y
“estar dormido” –sueño- en el que vive. Enormes arbustos espinosos se alzan y
cubren el palacio y a los durmientes, lo que puede evocar la zarza ardiente que
encontró Moisés en el desierto, aludiendo probablemente a la necesidad de
ciertos conocimientos para lograr despertar a la conciencia.
Las hermanastras de La Cenicienta
no eran, contra todo lo que se ha creído, feas
—al menos no en el cuento de los Grimm— pero sí
“de corazón duro". Acercándonos a este cuento sorprende la personalidad
fría del padre, favoreciendo siempre a las que en definitiva no eran sus hijas
biológicas; debiendo reflexionar sobre su sentido alegórico, el padre sería ese
Ser Interior de cada uno, nuestra Conciencia más
profunda; que desde la perspectiva religiosa simbolizaría ese Dios que
en muchos casos resulta duro, pero que en definitiva actúa como el perro pastor
que muerde a las ovejas y su presencia las anima a no desviarse de la buena
ruta para no precipitarse al barranco.
Por tres veces Cenicienta baila con el
príncipe, y al llegar la noche -no la medianoche, producto de las adaptaciones
posteriores- se escapa para no ser
reconocida. El número 3, la acción realizada por tres veces, es un elemento
también constante en este tipo de cuentos. Vale recordar el profundo sentido
del número
3 en el grado de aprendiz, como los tres viajes en su ceremonia
de iniciación ¿Por qué?.
Blancanieves
quizá sea el cuento más
conocido de los hermanos Grimm. Aquí también la heroína es huérfana y tiene
madrastra. En la frecuencia de este tipo de historias; la madrastra es una mala
madre, y analógicamente la vida puede ser una dura madrastra cuando no logramos
una adecuada relación con ella.
En el cuento de Hansel y Gretel se muestra por un lado la capacidad que da el
estado de alerta, de conciencia y la intuición, para superar las pruebas y
acechanzas que nos coloca la vida en ocasiones. La casa de caramelos encierra
una enseñanza: por fuera dulce, amarga y siniestra por dentro, de la cual los
hermanos se salvan con habilidad y astucia. De sus peripecias por el bosque
simbolizado el camino del buscador de la verdad. Al final, Hansel y Gretel
vuelven con joyas y piedras preciosas, que alegóricamente se tratarían de los "bienes
espirituales" o los “tesoros del cielo” que reza la Biblia, ganados con
experiencia y recto andar.
La
Caperucita Roja por su parte,
al recorrer el bosque -que es la vida- donde acecha al lobo -los múltiples
peligros- para visitar a su abuelita -la sabiduría de los ancestros-, en ese camino es devorada, junto a
su posibilidad de sabiduría, por el lobo, por la vida, sin embargo, recibe
ayuda encarnada en el cazador, alegoría de la fuerza Superior o la providencia
divina que la salva a ella y a su abuelita.
El cuento de Pulgarcito es el de todo aquel que siente el llamado de la aventura
del espíritu. Es pequeño, como pequeños somos todos enfrentados al misterio de
la vida y de la existencia. Con audacia, valentía y entereza va dando sus primeros
pasos, aplicando también la inteligencia.
El
patito Feo presenta una
historia moral con profunda raigambre simbólica. La conclusión es que las
apariencias resultan engañosas, y que la fealdad relativa de pronto encierra en
su interior una riqueza y una belleza insospechadas. Nos habla de la necedad de
nuestros conceptos subjetivos, del equivocado juzgar por las apariencias
provocada por nuestra estrecha experiencia interna y cósmica, lo cual nada
tienen que ver con la trascendencia espiritual en las cosas. No hay duda de los valores literarios
reconocidos en estas narraciones, sin embargo también se palpa una riqueza en
paradojas lingüísticas, numéricas y lógicas, que han llamado la atención a
muchos estudiosos. Pero aquí interesa destacar que el mundo de los cuentos de
hadas ha encerrado grandes y beneficiosas enseñanzas esotéricas y filosóficas,
que obran sobre el pensamiento de manera subconsciente, constituyéndose desde
la infancia en el primer contacto y eslabón de una enseñanza primordial que con
el paso del tiempo nos orilla al estudio
y comprensión de la vida y sus fuente más profundas
que van más allá de lo literal y
aparente, y ahí es donde yace la Masonería y la fuente de sus misterios.
COMENTARIO.- Si con este estudio, sabemos que los cuentos de hadas, influyen positivamente en los niños, pues fomentemos la lectura de ellos, regalemos estos cuentos a nuestros hijos, nietos y sobrinos. No dejemos que la televisión "basura" sea la única influencia en ellos.
Trabajo presentado por el hermano Fernando Cañola Ramirez.
28 de Setiembre de 2017
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