Hace casi 300 años un anciano francmasón londinense sabio y rico se acercó a un recién exaltado al sublime grado de maestro masón y le dijo: He aquí un anillo masónico. Consérvalo como prueba de que tú eres mi depositario, y entrégalo a su vez a otro masón en el que veas cualidades de ser un buen masón.
Este anillo masónico es de incalculable valor, es el primer anillo forjado para un masón regular y guarda un secreto pues tiene la capacidad de abrir una cámara secreta colmada de tesoros y
documentos, y está justo debajo de la Taberna del Ganso y la Parrilla. Tiempo más tarde durante otra tenida en la cámara del medio, le dio otro anillo a otro maestro masón con el mismo consejo, sólo que le dijo que la cámara estaría debajo de la Catedral de San Pablo en Londres. Lo mismo sucedió con un tercer maestro masón, pero a esté le dijo que el tesoro estaría oculto en otras Logias. Cuando el anciano francmasón murió los tres francmasones se reunieron en