LA VERDAD HERMÉTICA:EVOLUCIÓN ESPIRITUAL


El fin de la investigación científica es, en última instancia el promover el desarrollo espiritual humano, como medio de salvar a la especie de su eventual destrucción, llevándolo en cambio, a un mayor nivel evolutivo. Aunque la oportunidad evolutiva solo se da a nivel individual, es decir, que solo el individuo o muchos individuos pueden evolucionar, también es cierto que toda la especie puede acelerar notablemente  su desarrollo si es guiado por un conjunto de espíritus selectos, formados a través de la iniciación hermética. Llegará el día que auténticos sabios, hombres, que, habiendo alcanzado un notable grado de perfeccionamiento espiritual, hayan llegado a poseer una real sabiduría.
Se acepta que por mucho que se busque no puede existir un fin más elevado que pretender la evolución espiritual humana, ya que de producirse esta se solucionarían conjuntamente los grandes problemas existentes.
Cabe indicar, que en la actualidad, la comunidad científica ya acepta con mayor fruición las siguientes bases para su investigación:
1.- La validez de los siete Principios Herméticos: Estos son: Mentalismo, Polaridad, Vibración, Correspondencia, Ritmo, Causa y Efecto, y Generación. Los científicos en su mayoría no creen que su adopción represente un obstáculo para el investigador bien informado, ya que estas leyes están, si se analizan detenidamente, en perfecta concordancia con la física moderna. No hay contradicción entre estos principios y la ciencia, por el contrario, existe una perfecta coincidencia.
2.- La calidad evolutiva del Homo Sapiens: Desde la antigüedad se concebía perfectamente la idea de que el homo sapiens era capaz de evolucionar como un organismo inteligente hacia formas cada vez más complejas y perfeccionadas.
La ciencia oficial no tiene aún la certeza de cuáles son los límites de ese progreso, como tampoco en que punto de la escala evolutiva estamos. Lo que si se hace palpable es el hecho referido al mundo interno: la evolución de la especie ha sido prácticamente nula; ejemplos históricos dan fe de ello. En cambio, es posible alcanzar un perfeccionamiento interior a nivel individual, lo que llamamos “espiritualidad”.
3.- La existencia del Espíritu: Mientras más información científica posea una persona, es acentuado que acepte la probabilidad de la existencia del espíritu, no en un sentido místico devocional, sino como algo concreto, una especie de energía esencial que es el material fundamental de la vida en el universo. Esta fuerza desde la ciencia habría sido emanada originariamente de una fuente, a la que denominados el G:.A:.D:.U:.
Asiste la más profunda convicción de que, a medida que se siga progresado en la física atómica, encontraremos algún día el espíritu a nivel científico, ya que herméticamente se le conoce desde tiempos inmemoriales. El físico francés Jean Emile Charon sostuvo en una entrevista en la revista “Le Pont”, en Paris, el 19 de diciembre de 1977 que “el espíritu no es otra cosa que el electrón, el cual es eterno y curva a su espacio alrededor, hasta el punto de asumir que está aislado de él.” Agregó, “el electrón es un minúsculo espacio tiempo invertido que baila alrededor del núcleo del átomo, almacena información y la transmite. No olvida nada de lo que aprende. El electrón es quien, en un universo que se extiende y se disuelve, va contra la corriente, FABRICA, INVENTA, CONSTRUYE…”
4.-  Lo limitado del concepto “Inteligencia”: La ciencia ha pretendido enmarcar el concepto de lo intelectual dentro de límites demasiado estrechos. En efecto, se ignora usualmente, de manera casi absoluta la existencia de ciertos factores físicos, psicológicos y cósmicos, que obstruyen, perturban e impiden el óptimo funcionamiento de la inteligencia. Además, no se considera, o se prescinde, la influencia del funcionamiento de la conciencia psicológica en la facultad inteligente.
Puede ocurrir muy bien –como de hecho ocurre- que desde el punto de vista cósmico, el Homo Sapiens sea intelectualmente subdesarrollado, sin que nos sea posible percatarnos de este hecho. De hecho la inteligencia humana solo es confiable en lo que se refiere al manejo de la información codificada en símbolos fijos, como lo son las matemáticas, sin embargo, no está preparado para comprender conceptos de manera auténticamente profunda, ni para observar fidedignamente la realidad, lo cual induce a aceptar la posibilidad innegable de ampliar la propia inteligencia hasta llegar a niveles de significación desconocidos por la humanidad actual.
5.- La imposibilidad de trascender los niveles normales de la especie mediante el saber ordinario: Por muy importante o extenso que sea este conocimiento, un individuo no podría, por su intermedio, trascender los niveles normales de la especie. Es normal, por ejemplo que existan sujetos intelectualmente subdesarrollados, como también genios, estos se desenvuelven dentro del rango estadísticamente normal. Sin embargo, no es común la presencia de “súper hombres” de la espiritualidad, que exceden en mucho la norma general; y sabemos que no existe una formula conocida mediante la que se pueda llegar a este estado de desarrollo. Está claro que medios excepcionales permiten la existencia de este fenómeno, que erróneamente se atribuye a veces a la voluntad divina.
Se establece a priori que han existido y existen individuos excepcionales, que trascienden considerablemente las pautas de la especie en un sentido superior, sujetos a quienes se ha denominado “grandes iniciados”; “súper hombres de la espiritualidad”, o en otros caso “santos”. Se establece también que la esencia del fenómeno espiritual es de carácter evolutivo y no religioso, y que por lo tanto, estos sujetos representan el polo evolutivo superior de la especie.
En estos tiempos de tanta rigurosidad científica, no es lo más adecuado suponer un interés personal de Dios detrás de esos individuos, y que es más lógico aceptar que sus logros han sido fruto de un conocimiento excepcional que es desconocido culturalmente. Por eso es razonable inferir que en alguna parte debieron haber obtenido dicha sabiduría.
6.- Diferencia entre Conocimiento Científico y Sabiduría: El científico no es el prototipo de una autentico sabio. La versión más clásica en relación a la sabiduría es la que nos relata la Biblia respecto a la actuación del Rey Salomón, la que puede darnos cierta luz con respecto a esta facultad.
Un auténtico sabio se caracteriza por tener un conocimiento integral del ser humano, en cuanto a un ser inserto dentro de las leyes invariables de la madre naturaleza. Posee un criterio superior para distinguir el bien del mal; para conocer el mundo interior del hombre, y para mantener el equilibrio adecuado entre este y lo natural; y tiene especialmente, una suerte de juicio sereno, profundo e iluminado, que le permite medir y calificar cada cosa y situación en su justo y preciso valor. Conoce el qué, cómo y cuándo debe hacerse o no una acción determinada. Estas capacidades son solamente la manifestación de un poder más profundo y misterioso, que es el de conocer fielmente la verdad. Nos referimos a la realidad objetiva, ajena a los intereses personales, opiniones y puntos de vista. Por lo que, podemos establecer a priori, la existencia de un tipo de conocimiento hermético, completamente diferente al tradicional, que no puede obtenerse por medios comunes, y al que denominamos “sabiduría”.
7.- Lo esotérico no es la excepción, sino la norma: Las personas se inquietan a veces por el esoterismo, calificándolo negativamente debido al secreto. Se preguntan por qué determinada enseñanza debe ser confidencial, relacionado quizás este misterio con un supuesto afán de ocultar algo inconveniente o incorrecto. Se argumenta entonces que: “si el hermetismo es bueno, ¿por qué entonces mantenerlo oculto?”
Cabe esclarecer en este punto, como verdad a priori que lo esotérico lejos de ser un fenómeno extraño, es la norma común de todos los asuntos de la vida. Solamente captamos una ínfima parte de la realidad interna y externa, y el resto, la porción inmensamente mayoritaria, permanece desconocida. La vida en sí misma es esotérica, lo visible es un pequeño sector en relación a lo que no podemos contemplar. Ahora, no consideremos el mundo invisible como la esfera ignorada donde actuarían las facultades paranormales del hombre, sino que concentremos en analizar la inmensidad de cosas que sabemos que existen que no podemos captar por la vista: ¿Qué ocurre con nuestros sentimientos, pensamientos, esperanzas, ilusiones, amarguras; que ocurre en el alma y el espíritu?
La naturaleza es intrínsecamente esotérica; solo vemos el accionar de algunas leyes, pero el real secreto permanece oculto. Aun la historia actual es de un esoterismo impactante, ya que pocas veces llegamos a conocer las causas reales de los acontecimientos que las modelan. Si difícilmente sabemos lo que pasa en nuestro interior; más difícil resultará averiguar de manera clara, lo que ocurre en el mundo.
8.- El ser humano ha errado el camino de la evolución: Dentro de un universo en el cual lo que no evoluciona es destruido, el hombre ha hecho que esto último pueda ocurrirle a su propia persona. Dentro de la naturaleza, lo que no cumple su cometido es eliminado para reemplazarlo por algo que marche más de acuerdo con el concierto evolutivo universal.
Pocas personas en la historia han cumplido con esta exigencia primordial de realización, de evolución a un ser superior. Pues, la mayoría ha dedicado casi todos sus esfuerzos solamente a la técnica, el placer, la comodidad, privándose de este modo de alcanzar sabiduría. Puso la ciencia al servicio de sus pasiones y creo una cultura que justificara todos sus desatinos. El camino que sigue el ser humano es errado, y la alternativa para encontrar la senda correcta que asegure su conservación y evolución a una condición superior es la sabiduría.
Hermanos, con lo expuesto hasta aquí estimo suficiente para comprender algunas verdades, las que serían imposibles vislumbrar sin tener presente algunos elementos que deforman, imposibilitan o perturban la percepción veraz de la realidad interior y exterior, haciendo imposible la búsqueda filosofal. Nuestro deber como masones es comprender esta información. Recordemos que la real ignorancia reside en no comprender. La incapacidad de hacerlo ha constituido una enfermedad que ha perturbado gravemente la inteligencia humana por siglos, convirtiéndola en una simple maquina combinadora de información, sin capacidad de llegar a los grados más altos de significado de las cosas, lo cual la masonería ha combatido con instrucción y bajo una atenta discreción. 


Bibliografía:
Vislumbres de la Verdad. Tomas Ríos. Año 1933.
Desarrollo del Mundo Interior. Jhon Baines. 1984

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