El fin de la investigación científica es, en
última instancia el promover el desarrollo espiritual humano, como medio de
salvar a la especie de su eventual destrucción, llevándolo en cambio, a un
mayor nivel evolutivo. Aunque la oportunidad evolutiva solo se da a nivel
individual, es decir, que solo el individuo o muchos individuos pueden
evolucionar, también es cierto que toda la especie puede acelerar
notablemente su desarrollo si es guiado
por un conjunto de espíritus selectos, formados a través de la iniciación
hermética. Llegará el día que auténticos sabios, hombres, que, habiendo
alcanzado un notable grado de perfeccionamiento espiritual, hayan llegado a
poseer una real sabiduría.
Se acepta que por mucho que se busque no puede
existir un fin más elevado que pretender la evolución espiritual humana, ya que
de producirse esta se solucionarían conjuntamente los grandes problemas
existentes.