Aunque se estima que su uso es muy
antiguo, no hay evidencias precisas sobre su origen. La primera evidencia
concreta sobre la existencia de los relojes de arena se puede encontrar en una
pintura de Ambrogio Lorenzetti que data del año 1338.
Existieron en distintas épocas,
de diversos tamaños y modelos, e incluso se construyeron algunos tan grandes
que eran capaces de medir un día entero. En la época colonial se usaban mucho
los relojes de arena.
Algunos afirman que los romanos
los usaban durante la noche, o que también los pudo haber inventado un monje
francés para medir los tiempos